15 mar 2006

Qué trabajo cuesta trabajar.

Parece una redundancia o una obviedad, pero no lo es. Me refiero a que para poder desarrollar nuestras actividades "normales" (por ejemplo: el alfarero hace jarrones, el maestro enseña, etc.) también tienen que hacerse, antes, durante y después de esas actividades (que los gringos les llaman "payload"), otras tantas, que sirven de soporte: el alfarero tiene que ir a comprar y elegir su materia prima; el maestro debe preparar clase y revisar tareas. Y más aún: alguien tuvo que venderle al alfarero su materia prima; alguien tuvo que construir la escuela donde da clases el profe, y también alguien tuvo que inscribir a sus alumnos...

Cuando se trabaja solo, a uno le toca ser maestro, secretario, albañil y todo lo que haya que hacer para poder desarrollar su trabajo. Lo malo es que uno no puede serlo todo al mismo tiempo. He ahí lo cansado de mi chamba.

Esto explica por qué durante las últimas dos semanas me la he pasado, sin parar, de junta en junta y de chamba en chamba, durmiendo poco, comiendo a deshoras y cargando con mi maletín a todos lados. Mi carpeta está llena de apuntes de por lo menos cinco proyectos diferentes, todos mezclados. Cuando llego a casa, realmente llego a la oficina, a checar correos y hacer lo que me toque de mis "tareas".

Pero todo tiene una recompensa: por más estorboso que sea trabajar para poder trabajar... es divertido. Bueno, no siempre (hoy sí llegó a estresarme), pero es lo que le da sabor al caldo. ;-)

(También es la razón por la que no había posteado antes. Sorry, amables lectores...)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cierto !!!!!
Dios mío has dicho toda la verdad.
lo mismo me pasa a mi, después del trabajo hay que revisar todo lo del día y los del siguiente, por si fuera poco hay que planear la semana y alguna otra cita del próximo mes. Vaya que el trabajar puede llegar a ser agotador.

Saludos

Raven Darkmoon dijo...

Yo que tal vez dentro de poco me adentrare al oscuro e infame mundo del TRABAJO... x.x