9 feb 2011

Shinjuku y el kissaten; Shibuya y el perro Hachiko


En dónde nos quedamos? Ah, sí, en el Ayuntamiento. A caminar se ha dicho. Hace hambre y hay que encontrar en dónde desayunar.


Esta es una zona limpia y bien urbanizada. Así que nada de puestos de tacos, tortas, antojitos o lo que fuere, como suele haberlos acá en México circundantes a escuelas y edificios públicos. Optamos por subirnos al metro y regresar a la gigantesca estación de Shinjuku; Hiroko tenía algo qué mostrarme.


Y así fue: un café estilo europeo, en plena estación, pero con atención japonesa; les llaman kissaten (喫茶店). Apenas entrando se obtiene un aire de elegancia que combina deliciosamente con la atención y el buen servicio del personal.



Nomás sentarse, el cliente es recibido con un vaso de agua, servido sobre primorosos portavasos hechos de un papel resistente (mismos que nos trajimos a México y usamos continuamente). En los sobres, el obligatorio paño húmedo para limpiarse las manos.


La carta era similar a la de los cafés que ustedes acaso conocerán (si son mexicanos); contenía, como es predecible, cafés espresso, capuccinos, mokas y otras especialidades, así como bebidas frías. Pero también incluía americanos hechos con mezclas especiales.  



El azúcar viene en cristales grandes. 


Un americano para cada uno. Ambos pedimos mezclas diferentes. El mío fue un "cocoa blend" (café con cacao). El de Hiroko era... la verdad no me acuerdo :D. Pero eso sí, ambos estaban riquísimos. Las etiquetas de colores dicen el nombre de la mezcla de café y una diminuta reseña de qué son.

Recuerdo bien cómo el aroma del café anunciaba una buena bebida. El café en sí no fue ni demasiado amargo, ni demasiado débil; por otro lado, se sentía el sabor de la cocoa, sin que éste opacara nunca al café. Era, pues, una muy buena mezcla. 

Yo tomo el café negro; Hiroko generalmente le pone crema, y ella opinó que la crema también estaba de diez.


También pedimos un par de sandwiches. Aquí, el dedo de Hiroko muestra que, en comparación, los sandwiches eran un tanto pequeños. Eso sí, de calidad, ni cómo quejarse.


 El ambiente general del café. Ciertamente no había mucha gente - acaso porque ya no era la hora del desayuno, realmente. Hiroko me comentaba que muchos salaryman y estudiantes suelen desayunar en estos lugares.


Provecho.


 Vista desde fuera del local.


 Caminamos ahora por el centro comercial adjunto a la estación. Encontramos, entre otras cosas, este Uniqlo, donde aprovechamos y compramos algunas cosas.


Una panadería japonesa. Cada país tiene sus propias tradiciones en lo que se refiere a pan, que es posiblemente el único alimento disfrutado en todo el mundo, aunque en una variedad de formas. El pan japonés suele ser suave, de migajón delicado y no muy dulce.


 Y sí, muchas de las grandes hamburgueserías gringas están allá, excepto quizás Jack In The Box. Esta foto es prueba de que le gané una apuesta moral a Hiroko - ella decía que no habría un Burger King en Japón; yo decía, "tiene que haber". Y pues sí hubo, de pura chiripa. Me quedé con ganas de comparar sus platillos con los originales, pero dudo que sean del mismo tamaño.


 Terminamos tomando, de nuevo, la línea Yamanote del JR - la opción más lógica para llegar a la otra estación muy concurrida y cercana de Shibuya.

Shibuya (渋谷) es otra de las "ciudades especiales" de Tokyo. Es ampliamente reconocida por contener el "Shibuya Scramble", el paso peatonal más concurrido del mundo. También es un centro mundial de la moda, y el resto de este día recorreremos muchos de los puntos importantes en este sentido.


 Solicitando donaciones al estilo gringo, con una campanita.



 Los bullientes alrededores de la estación. Algunos edificios tienen pantallas de TV.


 KAT-TUN (así, en mayúsculas, es el nombre) es uno de los grupos de moda en lo que se refiere a boy-bands japonesas.


 El feo de mí y, detrás, una vista del Scramble, efectivamente adyacente a la estación.


 Moda y más moda, tanto en las tiendas...


...como en los y las transeúntes, de los cuales, por cierto, siempre podremos encontrar una buena cantidad rondando alrededor de...


 ...esta estatua. Quienes hayan visto esta película de Richard Gere conocerán la historia. Hachiko, un perro de raza Akita, era la mascota de Hisashiburoo Ueno, un profesor de la Universidad de Tokyo que vivía en las inmediaciones de esta estación. Todas las mañanas, Ueno tomaba el tren para ir a trabajar; Hachiko lo acompañaba siempre hasta la estación, donde aguardaba fielmente hasta que su dueño volvía, en la tarde. Estamos hablando de los años 20s y 30s, antes de la transformación urbana de Tokyo, ciertamente tiempos pacíficos. 

Un día, Ueno tuvo una hemorragia cerebral en la universidad y, a consecuencia, murió. Hachiko, no obstante, continuó esperándolo en ese lugar, en el mismo punto donde siempre esperaba a su dueño.
Los usuarios de la estación, que alguna vez vieran a Hachiko junto a Ueno, se compadecieron y le donaban comida para su sostenimiento.  


El perrito fue regalado varias veces, pero siempre se escapaba a su antigua casa... hasta que pareció darse cuenta de que el profesor ya no vivía ahí. Aún así, él siguió apareciendo puntual en la estación, esperando a su difunto dueño, todos los días, a la hora en la que llegaba el tren. Y así por nueve años, hasta que el perro también falleció.

El pueblo japonés, conmovido con la fidelidad de Hachiko, creó esta estatua de bronce en el lugar donde solía esperar. La estatua fue fundida para hacer armas durante la Segunda Guerra Mundial y tiempo después reconstruida. 





Hoy día, por la singularidad de la estatua y la historia de todos conocida, "te espero en Hachiko" es una frase común para el tokyota. 


 Sumémonos ahora a las multitudes que cruzan el scramble.


Ya en otro post expliqué por qué hay colegiales/colegialas en vacaciones. Este día vimos varios también, paseando por el distrito de la moda.


Al fondo y a la izquierda, una famosa tienda departamental, Shibuya 109.  Ahí nos dirigimos.


 No obstante la falta de espacio, se ha dedicado parte de él al arte.



 Frente a 109, algún artista dibujaba una perspectiva con gis.


 El interés de Hiroko por mostrarme esta tienda...


 ...consiste en mostrarme tanto el formato, como la gente que la frecuenta. Aquí confirmé que la tendencia artística local, al menos en lo que respecta al vestir juvenil, raya en lo extravagante - quizás una especie de "regreso a los ochentas". También encontré en la tienda a dos chicas ganguro (pero no me atreví a tomarles foto). Y quizás sea el primer lugar que visito donde no hay baño para hombres.


 Salimos de la tienda. El plan es ir caminando hacia el norte, desandando la mitad del camino que hemos hecho en el tren desde Shinjuku, pasando por los centros de cultura de la moda y culminando en el templo de Meiji Jingu, uno de los más recientes y populares de Tokyo.


 Recordaba haber leído en dannychoo.com que la apertura de la primer Forever 21 había atraído a un mundo de gente. Una vez más me acordé de la muy poco majestuosa sucursal de Calexico... qué contraste.


 Nice.


 Bershka es una marca española, con buena presencia en México y en otros lugares del mundo; es marca hermana de la más conocida Zara. Como hispano, fue bueno encontrarlos aquí.


 Shibuya también es una zona de entretenimiento. Ya les comentaba que las empresas de videojuegos también tienen otros tipos de negocios relacionados. Aquí un Club Sega: entretenimiento electrónico, pero con temas para adultos.


Vinos este letrero... y no dudamos en entrar. Book-off es una cadena nacional que vende libros y material audiovisual. Es famosa porque, además de vender artículos nuevos, pueden conseguirse ejemplares usados a precios realmente bajos. También es posible venderles un libro, disco o videojuego que esté en buenas condiciones. Japón, siendo un país con tan alta cultura de lectura y audiovisual, es fértil para este modelo de negocios, del que Book-off es líder.



 Los Panchos, para japoneses.

Me empeñé en buscar, infructuosamente, algún CD usado de cierto artista. No la hice. Si quieres buscar algo, el orden alfabético no te servirá de nada en Japón. El orden es fonético, sí, pero según el sistema de kanas, que no es muy intuitivo si no te lo sabes bien. Así que fui culpable de frustrar a Hiroko por todo el tiempo que empleé en la operación. >_<;


 Salimos, pues, más bien de prisa, enfilando hacia el norte.


 Y en todo este tiempo, no hemos dejado de ver moda. Al japonés le gusta vestir según las tendencias; no obstante que los bienes sean de precio elevado, existe el recurso para comprarlo. Aunado a ello, el espíritu colectivista del país es un factor de alta presión para "ser como el otro" - y si el otro compra lo último, pues yo también.



 Lo que se ve al fondo es una arena deportiva.


 Curiosa cabina telefónica. Adentro se puede ver uno de esos teléfonos verdes típicos allá.


 El primer grafitti que me encontré. Realmente no vi muchos. La ciudad está bien cuidada. Eso no significa, claro, que no haya cierta delincuencia y "necesidad de expresión" (¿recuerdan Tokyo Drift?)


 Otra de tantas capillitas que vimos en el camino. Esta es budista.



Un cine. Ver una película es caro acá.


 Al fin, llegamos a la calle que marcaba el inicio de nuestra segunda parada en el circuito de la moda, la cual exploraremos en el siguiente post.

1 comentario:

L dijo...

Yeah!

me encantan sus relatos de su viaje!!

:D cuando el proximo?